Juan Salvador Paulinho

Bordalás, técnico ya veterano que conoce ampliamente el fútbol sin glamour, vio en la de ayer una buena oportunidad para reivindicarse y ascender en el escalafón de entrenadores y preparó el partido como si la vida le fuera en ello y estuvo a punto de que le saliera bien. Afortunadamente, se encontró delante con un entrenador más experto, si cabe, y se diluyeron sus ansias legítimas de progresar en este difícil mundo de los entrenadores. Después pagó su frustración con el árbitro.

Para empezar el horario, indigno para un partido de esta categoría y un campo seco que no había visto el agua probablemente en los últimos quince días y que hacía que el balón fuera dando saltos y frenándose en cada pase. Todo estaba preparado para el juego del Getafe, de segundas jugadas y de balón parado. Y todo lo salió perfecto en los primeros 45 minutos.

A la fiesta se unió Borbalán a quien siempre le ha puesto cachondo poner nerviosos a nuestros jugadores con sus extrañas decisiones. Lo suyo fue de Primero de Undiano, permitió todas las entradas duras de los jugadores del Getafe, especialmente de su leñador, Damián Suárez que recibió tarjeta allá por el minuto 80, eso sí, los nuestros ya llevaban cuatro por protestar. Se tragó un claro penalti a Suárez. Vamos, lo de siempre.

Para redondear la siesta, Dembelé, la estrella de los 140 millones, el jugador que no se había lesionado NUNCA en su carrera, en su primer partido de Liga como titular en España, se lesionó gracias a la sequedad del campo donde se le clavó el pie tras dar un taconazo. Por cierto, ¿dónde están las medidas que anunció el fascista Tebas para regular los terrenos de juego? Ahora, con el aguilucho en los hombros como Padilla, parece que al ex dirigente de Fuerza Nueva le interesan otros temas más demagógicos.

Afortunadamente, Valverde supo reaccionar en el descanso, sacó a un cansado Iniesta del campo y metió a un renacido Denis que dinamizó el juego y sobre todo marcó un gol que cambió la dinámica del partido. Pero el cambio decisivo fue el de Paulinho (ya no es Fu Manchú, de momento) quien salió al campo con una idea clara de lo que tenía que hacer y a la primera ocasión que tuvo, no falló y metió un golazo de killer que nos dejó bastante sorprendidos a quienes no conocíamos las virtudes del chino-brasileño.

El resultado fue bueno pero las sensaciones durante muchos minutos no lo fueron tanto. Afortunadamente, EV es un amplio conocedor de la Liga y de las trampas que nos podemos encontrar y ayer, a pesar de que todo el mundo lo pedía, no hizo rotaciones ante un escenario que intuyó complicado. Como ya se dijo ayer, en campos como el (ejem) Coliseo (ejem) es donde se ganan (y pierden) las Ligas. 12 de 12, seguimos para bingo.