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La compañía Aliento de Yak postureando |
Gracias al mundo del cine, todos los occidentales estamos familiarizados con la heroica historia de los gurkhas nepalíes. Generaciones enteras de espectadores se han emocionado hasta la lágrima y la náusea con la clásica comedia romántica "Cuidado, Kamal, no vayas a pisar una mina que luego me dejas lo fregado hecho un cristo" del aclamado director John Van Pallerdeun.
Pero es en este tórrido verano de 2017, con la desclasificación de los documentos secretos del Ministerio de Agricultura de Vanuatu y la publicación del becs-seler "¿Qué hacés un gurkha como tú en un sitio como éste, che?" del profesor Zupenker, cuando han salido a la luz las últimas revelaciones sobre esta milenaria saga de guerreros que harán, a buen seguro, florecer un boom editorial al respecto o, al menos, varias campañas de marketing con camisetas de marca y fundas para el iphone.
El profesor Werner Hugus Zupenker de la Universidad Magúfica de Maguncia relata en su amena tesis doctoral de 7500 páginas el desconocido periplo de un grupo de gurkhas por tierras sudamericanas, enfrentándose a todo tipo de peligros y amenazas, incluidos indescifrables giros lingüísticos, mientras intentan llegar a un frente de batalla situado a más de 5000 kilómetros de distancia.
La acción se desarrolla en la época de la Guerra Nepalo-Malgache, sobradamente conocida por nuestros lectores y que nos permite ahorrarnos farragosos detalles de causas, desenlace y fechas; primer conflicto moderno en que el ejército británico externalizó todos sus servicios y subcontrató operaciones. En un remoto villorrio a los pies del Himalaya, la compañía de zapadores "Aliento de Yak" bajo las órdenes del capitán Mahendru se vio constreñida a comprar los billetes de transporte por internec y pasarle luego la factura al alto mando militar. El subdepartamento de logística de la compañía, formado por un becario a tiempo parcial, estaba obligado a comprarle los billetes a uno de los partners que solo disponía de página web en hindi-urdu. El becario se defendía como podía con el hindi, pero de urdu es que ni puta idea, hoygue. El tragicómico resultado de esta fallida compra fue el de dar con los huesos del capitán Mahendru y algunos de sus hombres; unos veinte en total debido a que el resto perdieron el vuelo en Katmandú al encontrarse celebrando la victoria de los Janakpur Screwers en la copa nacional de ping-pong; en una polvorienta pista de aterrizaje de la meseta occidental del estado brasileño de Santa Catarina.
Tras unas primeras escaramuzas e incursiones en los pubs y putis de la zona, los gurkhas comprobaron horrorizados que ni la Lonely Planet ni los mapas topográficos militares coincidían con las observaciones sobre el terreno. El alférez Narayan, borrachín oficial del grupo, dio con la clave de su situación al encontrar una montaña de botellas vacías de cachaça en las inmediaciones del estadio de fútbol "Rigoberto Pereira Antunes" de una localidad que Zupenker no alcanza a identificar.
El capitán Mahendru trazó un plan, ante la protesta generalizada de la tropa, para llegar a Madagascar por sus propios medios sin alertar al cuartel general de su ubicación ni entrar en sobrecostes que se le descontarían del sueldo. Vaya usted a saber porque planificó atravesar a pie los Andes para alcanzar la costa del Pacífico y de ahí "en un tris estamos en Madagascar, soldados". El profesor Zupenker teoriza sobre la bajas calificaciones escolares obtenidas en Geografía por el capitán, pero reconoce que es una hipótesis de trabajo que no podrá confirmarse hasta que el Vaticano permita revisar su archivo secreto.
A partir de este punto en la historia, los acontecimientos se suceden a velocidad absurda. La compañía de gurkhas roba un vespino en las afueras de Bom Jesus y consigue llegar hasta Jardinópolis haciendo acrobacias como los motoristas de la Guardia Civil. Son interceptados por un comando fronterizo brasileño experimental instruido en capoeira y atraviesan la frontera argentina abriéndose paso a mordiscos, arañazos y tirones de pelo. Zupenker arguye como motivo que a estas alturas la munición ya era inservible al ser material de mala calidad suministrado por el cuñado del director general de intendencia.
Ya en las tierras donde (spoiler) Marco encontró a su madre, nuestros imbatibles guerreros consiguieron pasar un par de noches desapercibidos entre la maleza y los vertederos de mate usado hasta que exhaustos de sed, hambre y falta de arrumacos fueron detenidos sin oponer resitencia por una patrulla de cuatro reclutas de la Milicia Fiscal, Estética y Forestal de la Provincia de Corrientes. A punto de ser trasladados a las oscuras dependencias del servicio de información del ejército argentino para recibir clases gratuitas de falsete y vuelo sin motor, la suerte se alió con ellos y la Subdirecsión Nasional de Expresión Holística se hizo cargo del grupo como proyecto piloto de una avanzada implementación de la confesión, penitencia y reinserción de reclusos mediante el uso de técnicas de psicoanálisis y brasaza total. La mayoría de ellos, siguiendo el manual del prisionero de guerra publicado por los Jóvenes Castores, confesó que obviamente querían garcharse a su madre y matar a su padre y pidió perdón por la violasión del sagrado suelo argentino como metáfora del vuelo de Ícaro y de la pubertad traumatisada, lo cual satisfizo las ansias curativas de los gauchos galenos. Fueron devueltos a su país en un paquebote de incógnito y allí pasaron inadvertidos ante el desbarajuste organizativo de las tropas imperiales británicas, calificado posteriormente por el Mayor White-Bollinger en sus conflictivas memorias como "the pussy of the Bernard". Se cree que la compañía de gurkhas "Aliento de Yak" casi al completo montó un puesto de horchata y fartons en su pueblo.
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Los Binendra en el Estadio Munisipal Heriberto Walker Etchegaray |